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ORGANIZACIONES FERENCZIANAS

Sándor Ferenczi Society Budapest, Hungría.

The Sándor Ferenczi Society Ferenczi House.

The International Sandor Ferenczi Foundation.

Associazione Culturale Sandor Ferenczi.

Sandor Ferenczi Institute. Nueva York. U.S.A.

New School for Social Research.

Budapest Ferenczi renassaince.

Sandor Ferenczi. Psicoterapia relacional España.

Orpha. Gruppo di Ketture Ferencziane. Génova.

Psiconet.org/Ferenczi/.

Facebook:/Amigos de Ferenczi.

Revista Imágó Budapest (ex Thalassa).

Revista Temas de Psicoanalisis. Sociedad Española de Psicoanalisis.

Instituto Sandor Ferenczi. Sao Paulo. Brasil.

The Sandor Ferenczi Fellowship.

Le Coq-Héron.

Esplorando Ferenczi E Dintorni con Luis Martín Cabré.

TÓPICAS FERENCZIANAS.

  • PRESENTACIÓN.

    El estudio de las ideas Ferenczianas, es una tarea aun pendiente, y solo en las últimas décadas ha empezado a materializarse en un quehacer concreto y especifico. Sus ideas atraviesan parte importante del acerbo psicológico, psicoanalítico y psicosomático contemporáneo, aunque no necesariamente reconocido o acreditado, y -como actualmente empieza a develarse-, omnipresente en muchos de los conceptos y desarrollos que se manejan en la actualidad.

    La publicación de los productos intelectuales de Ferenczi, no ha resultado un proceso simple: sus Obras Completas, solo se conocieron en ediciones parciales, marcadas por una serie de dificultades idiomáticas, y afectas a las vicisitudes de distintos procesos sociopolíticos, a la par que signadas por la estigmatización a la que fue sometida su persona, por Ernest Jones y parte del mundo psicoanalítico. Su Diario Clínico, celosamente guardado por Michael Balint, así como las Correspondencias de éste con Freud, se mantuvieron por décadas confinadas a la esfera de lo privado, y solo en los últimos años han empezado a constituir un material disponible a los estudiosos del psicoanálisis, de la psicoterapia, y de la conducta humana.

    De tal suerte, una serie de factores se conjugaron para que el pensamiento y obra del eminente analista húngaro viera entorpecida, una y otra vez, su acceso a quienes desearan nutrirse de su acerbo clínico y teórico. En consecuencia el estudio acabado de algunos de sus conceptos clínicos más conocidos aun dista de ser exhaustivo, y la comprensión de sus conceptos más radicales y revolucionarios, está definitivamente aun pendiente; conceptos como utraquismo, recalculamiento, teratoma, "falo de caca", por citar algunos son absolutamente desconocidos por los especialistas de la Salud Mental, y el profundo saber del Thalassa, solo en la actualidad empieza a ser explorado en sus mínimos alcances.

    No obstante, la aparición por 1968 de la publicación de sus obras completas en francés, en coexistencia con las traducciones al inglés de gran parte de sus escritos por quien fuera su más enconado detractor, Ernest Jones, hasta la primera edición - de la que tenemos referencia- al español de su bibliografía completa en 1981 por Espasa Calpe, hizo posible en torno a la década del 70', empezar a estudiar su producción científica.

    Fruto de estas ediciones, se inicia el resurgimiento de la figura de Ferenczi, y a pesar de que tampoco son tantos lo que inician su estudio sistemático, son al menos suficiente para reactivar el dialogo y debate de unos de los pensadores más lúcidos de inicios de siglo. De un Ferenczi, denostado, ignorado, oculto, se da inicio a una presencia cada vez más fulgurante. Surgen reediciones de viejas publicaciones anquilosadas en anaqueles, los primeros congresos en su honor, simposios, nuevas publicaciones en revistas especializadas, y los primeros escritos sistemáticos contemporáneos.

    El resurgimiento de textos, hasta hace poco inaccesible: las publicaciones de los Escritos de Budapest, la edición del Diario Clínico, la Correspondencia completa Freud-Ferenczi; la correspondencia Ferenczi-Groddeck, entre otros, han llegado a completar este panorama, y a permitirnos explorar e indagar definitivamente en su producción intelectual, y junto a ello debatir, mas apropiadamente el alcance de sus propuestas teóricas y clínicas.

    En la actualidad, una lectura de la obra de Ferenczi es factible, sorprenderse con la vigencia de sus observaciones, descripciones, y consideraciones técnicas cada vez más probable. La unidad que a continuación presentamos tiene por finalidad facilitar la comprensión de su obra, para lo cual se presentan un GLOSARIO de sus conceptos y las TOPICAS como una selección de aquellos temas que nos parecen relevantes en la producción de su pensamiento. Entendemos que cada vez se suman más y nuevos empeños en la comprensión del pensamiento de Ferenczi; nosotros hacemos lo propio, intercambiamos nuestros materiales para divulgar por varias fuentes el pensamiento ferencziano, en otras ocasiones nos nutrimos de los esfuerzos ajenos, cuando es posible referimos a los autores de una u otra nota, y circunstancialmente encontramos materiales que nos parecen interesantes sin que sea posible referir su propiedad intelectual.

    Esperamos que esta selección de Notas Ferenczianas, aumente progresivamente a medida que aunemos esfuerzos por profundizar ciertas líneas de pensamiento, facilitando al estudioso abordar una referencia a partir del concepto original, y a la vez esperamos que en el Glosario en tanto clasificación de sus conceptos principales se puedan encontrar sucintas definiciones de sus conceptos tanto teóricos como técnicos, sirviendo como punto de partida para nuevas notas ferenczianas.

    ALSF.

  • TEORÍA DE LA GENITALIDAD.

    Hacia 1917, Ferenczi y Freud habían sostenido largas conversaciones acerca de las teorías de Lamarck sobre la evolución de la especie humana. En 1924, y tras varios años de maduración de las ideas que contiene, Ferenczi publica un artículo en el que presenta sus teorías onto y filogenética sobre la genitalidad. Continuando las ideas de Freud, estableció una correspondencia entre biología y psicología. El conocimiento proporcionado por experiencias previas con animales, junto a datos que tomó de la embriología, le ayudaron a rastrear los impulsos genitales hasta su origen en la tendencia a la regresión talásica (Thalassa = mar).

    Considera que durante el coito se produce una triple identificación: con el órgano genital, con la pareja y con la secreción genital.

    Si consideramos ahora toda la evolución de la sexualidad, desde la succión del pulgar en el bebe hasta el coito heterosexual pasando por el narcisismo de la masturbación genital... llegamos a la conclusión de que toda esta evolución, comprendido el coito, sólo puede tener por objeto una tentativa del ego, primero dudosa y torpe, luego cada vez más decidida, y por último particularmente acertada, de retornar al cuerpo materno, situación en la que la dolorosa ruptura entre el ego y el entorno aún no existía.

    Según Ferenczi, esto es lo que explicaría, entre otras cosas, la regularidad con la que se presenta el deseo edípico en el análisis de los hombres neuróticos.

    Desde el punto de vista ontogenético, sostiene que el nacimiento puede representar simbólicamente una catástrofe vivida por la humanidad hace miles de años:

     

    La recapitulación individual de la gran catástrofe que, al secarse los océanos, obligó a muchas especies animales y por supuesto a nuestros antepasados animales a adaptarse a la vida terrestre y, en primer término, a renunciar a la respiración branquial para desarrollar órganos propios con que respirar el aire.

     

    En este sentido, Ferenczi considera que el coito sería una regresión talasal, un retorno al medio intrauterino, pero también un poderoso deseo inconsciente de retornar al océano abandonado en tiempos primitivos.

    A continuación, veamos el esquema que propone para correlacionar sus teorías onto y filogenética.

     

    FILOGENÉSIS

    Aparición de la Vida Orgánica  Maduración de las células sexuales

    Aparición de los Organismos Unicelulares individuales  "Nacimiento" de las células germinales maduras en las gónadas

    Comienzo de la Reproducción Sexuada  Fecundación

    Desarrollo de la Vida Marina  Desarrollo del embrión en el útero materno

    Descaimiento del Océano y adaptación a la vida terrestre  Nacimiento

    Aparición de especies provistas de órganos genitales  Desarrollo de la primacía de la zona genital

    Era Glacial Hominización progresiva  Periodo de Latencia

     

    ONTOGENÉSIS

    Maduración de las células sexuales

    "Nacimiento" de las células germinales maduras en las gónadas

    Fecundación

    Desarrollo del embrión en el útero materno

    Nacimiento

    Desarrollo de la primacía de la zona genital

    Periodo de Latencia.

  • TÉCNICA ACTIVA.

    A partir de 1913 se destaca claramente su creciente interés por la técnica psicoanalítica, interés que lo movió a formular modificaciones orientadas a lograr un progreso mayor y más rápido. En este sentido, destacaremos dos de sus conceptualizaciones: la más importante es la referente a lo que Ferenczi denominó técnica activa; menos desarrollado pero igualmente innovador es el principio de relajación, concepto que desarrolla en sus últimos años.

    Inspirado en cierta medida por las variaciones técnicas que el mismo Freud había realizado en el tratamiento de pacientes fóbicos, a quienes en determinado momento del tratamiento les ordenaba afrontar la situación fobígena, Ferenczi introdujo modificaciones a la técnica que significaban un mayor grado de actividad que el analista exigía al paciente.

    Al principio, Freud había recibido con entusiasmo estas ideas, y hasta las había estimulado. Sin embargo, al transcurrir el tiempo las diferencias entre ambos se acentuaron. Los nuevos desarrollos de Ferenczi sobre la terapia activa, pero también la importancia que le otorgaba al fenómeno de la regresión, hicieron pensar a Freud en una nueva amenaza de desviación de consecuencias imprevisibles.

    En el Congreso de Psicoanálisis de 1920 efectúa por vez primera una descripción global de la técnica activa

    Esta técnica era un recurso utilizable únicamente a los fines de disolver los momentos en los que el tratamiento parecía estar en un impasse. Se apoyaba en la idea de que el agotamiento y la esterilidad de las asociaciones libres se explicaban, con bastante frecuencia, por un retiro de la libido del trabajo analítico en beneficio de fantasías o satisfacciones físicas inconscientes. Esto era el resultado de una crisis en la relación transferencial, y el analista debía entonces descubrir hacia dónde había sido desplazada la libido para tratar de movilizarla y reconducirla a la senda del trabajo asociativo.

     

    Tan pronto como sea superado el estancamiento del análisis, que es la única justificación y único motivo del cambio momentáneo de técnica, el especialista volverá a asumir la actitud pasiva y receptiva, más favorable para la cooperación eficiente del inconsciente del médico.

     

    La técnica activa se desplegaba en dos fases sucesivas, destinadas a permitir la actividad y el control de las actividades eróticas.

     

    LOS DOS TIEMPOS DE LA TÉCNICA ACTIVA

    ORDENES:

    Tiene como finalidad transformar las mociones pulsionales reprimidas en una satisfacción manifiesta y plenamente consciente.

    PROHIBICIONES:

    Las nuevas manifestaciones, son prohibidas para, de este modo, permitir que el analista pueda poner en relación las actividades y los afectos concomitantes.

     

    Mediante la implementación de órdenes y prohibiciones, el analista esperaba provocar en el paciente un crecimiento considerable de la tensión psíquica que, a su vez, podría entrañar dos consecuencias: la irrupción en la conciencia de una moción impulsiva hasta entonces rechazada, transformando un síntoma fuerte de desagrado en una satisfacción acompañada de placer, lo que suponía un refuerzo y una expansión de la autoridad del Yo del paciente. La otra consecuencia podía ser la restauración de las asociaciones del paciente, una vez superadas las resistencias.

    Para ilustrar su exposición, Ferenczi ofreció en su trabajo de 1920 algunos ejemplos clínicos. El más notable es el caso de una joven música que padecía fobias y estados obsesivos. Al tocar el piano delante de público la joven se ruborizaba, su digitalización se entorpecía haciendo que se equivocara constantemente, y finalmente terminaba quedando en ridículo. A pesar de que había tenido una experiencia psicoanalítica previa, cuando Ferenczi la tomó en tratamiento notó que tenía una comprensión algo intelectualizada de sus padecimientos y que el grado de progreso del análisis no estaba en relación a la cantidad de recuerdos ya puestos al descubierto. Ferenczi tomó la iniciativa e insistió para que la paciente, durante las sesiones, se manifestara libremente respecto de sus talentos musicales (fase de las órdenes).

     

    Debimos el impulso más notable hacia el mejoramiento al onanismo inconsciente de la paciente que se hizo manifiesto con ayuda de la actitud activa. Sentada al piano, experimentaba, a cada movimiento vehemente o apasionado, una sensación voluptuosa de los genitales estimulados por dicho movimiento. Tuvo que reconocer esas sensaciones luego de que se le pidió que se comportase de acuerdo con lo que hacían muchos de ellos, pero tan pronto como comenzó a gozar de este juego tuvo que abandonarlo siguiendo mi consejo. Como resultado pudimos tomar conocimiento de los recuerdos y reconstrucciones de juegos genitales infantiles, tal vez la fuente primordial de un exagerado sentimiento de vergüenza.

     

    De esta manera, la segunda fase, correspondiente a las prohibiciones, funcionaba impidiendo la satisfacción erótica actual y haciendo que el impulso psíquico provocado hallara el camino hacia el material originalmente reprimido.

     

    Ferenczi consideraba que el uso de esta técnica tenía algunas contraindicaciones. Los psicoanalistas principiantes no debían recurrir a ella por el riesgo de no formarse adecuadamente en la dinámica de las neurosis, objeción que recuerda las críticas de Freud respecto de los analistas silvestres. Además, no debía ser empleada al comienzo del análisis ya que el paciente se hallaba suficientemente ocupado en adaptarse a la regla fundamental, y la introducción de esta técnica podía dificultar la instalación de la transferencia. Advertía, asimismo, que la utilización poco oportuna de la técnica activa podía ocasionar un proceso de pseudo-curación, en el que el paciente se cura demasiado rápidamente, y por lo tanto no en forma completa.

     

    Fueron cinco en total los trabajos que Ferenczi le dedicó al tema de la técnica activa. Uno de ellos, publicado en 1924, lo escribió junto a Otto Rank. En él, ambos proponían una ampliación de las medidas activas, por ejemplo, la fijación de una fecha para la finalización del tratamiento.

     

    El último de esa serie de cinco trabajos lo dio a conocer en 1925. Allí, hace una lectura autocrítica al referirse a algunos casos que había tratado mediante esta técnica y en los que no había obtenido resultados favorables.

     

    ...debemos contentarnos con interpretar las tendencias ocultas del paciente a actuar y sostenerlo en los débiles esfuerzos que efectúa para superar las inhibiciones neuróticas de las que hasta entonces ha sufrido, pero esto sin obligarlo a adoptar medidas violentas ni incluso a aconsejárselas. Si tenemos suficiente paciencia, el enfermo abordará por sí mismo el problema de efectuar tal esfuerzo, por ejemplo, afrontar una situación fóbica... Corresponde al propio enfermo el decidir el momento de la actividad o, por lo menos, proporcionar indicios evidentes de que tal momento ha llegado.

     

    Este artículo nos muestra a Ferenczi un tanto desilusionado de los resultados obtenidos a través de la técnica activa. Sin embargo, también parece desprenderse de sus palabras que su renuncia se restringe a dicha técnica y sólo parcialmente, y no a su convencimiento de que la técnica psicoanalítica en sí misma debe ser objeto de una permanente investigación. Dicho en otras palabras, Ferenczi reduce las modalidades de aplicación de la técnica activa, pero no renuncia al cuestionamiento de la técnica psicoanalítica. Prueba de ello, es el concepto del cual se ocupa a continuación en sus trabajos.

     

    Principio de relajación.

    Antes de desarrollarlo, conviene recordar que, por aquel entonces, al consultorio de Ferenczi llegaban pacientes de todas partes de Europa en busca de su ayuda. Con los años, Ferenczi se había convertido en un analista de casos difíciles. Probablemente esta experiencia clínica lo haya motivado en la búsqueda de nuevas alternativas para el tratamiento de estos pacientes, para los que consideraba que los recursos psicoanalíticos clásicos no eran suficientes.

    En 1930 publicó un artículo en el que trata el abordaje de pacientes de personalidad infantil. Reflota la teoría traumática de las neurosis al plantear que dichos pacientes parecen haber pasado por experiencias de seducciones reales y no fantaseadas. Veremos más detalladamente estas ideas un poco más adelante, al hablar de las patologías del vínculo temprano.

    El principio de relajación se refería a crear una atmósfera de facilitación en la situación analítica, un clima de una mayor confianza entre analista y paciente. Esto permitiría que sobrevinieran durante el curso mismo de la sesión, por ejemplo, síntomas histéricos corporales, que eran considerados como resultados de una neocatarsis.

    Ferenczi se cuidó de aclarar que al hablar de catarsis no lo hacía en el mismo sentido de los tratamientos iniciales de Breuer y Freud:

     

    La catarsis de la que hablo no es, como muchos sueños, más que una confirmación que proviene del inconsciente, un signo de que nuestro trabajo laborioso de construcciones analíticas, nuestra técnica de la resistencia y de la transferencia, han conseguido finalmente alcanzar la realidad etiológica.

     

    Respecto a la finalización del análisis, Ferenczi presentó un artículo en el Congreso de Innsbruck de 1927, en el que afirma que no sólo es posible sino también deseable.

     

    La terminación correcta de un análisis se produce cuando ni el médico ni el paciente le ponen fin, sino que, por decirlo así, se extingue por agotamiento... La renuncia al análisis constituye así la conclusión final de la situación infantil de frustración que está en la base de la formación de síntomas.

  • ANÁLISIS DIDÁCTICO.

    El interés por la formación, y primordialmente por la responsabilidad profesional del psicoanalista, estuvo en todo momento presente en el ejercicio clínico de Ferenczi, tomando cuerpo en su obra a partir de la publicación de sus primeros escritos técnicos y hasta el final de la misma.

    Entre sus contemporáneos Ferenczi fue el primero, y durante un largo tiempo el único, en admitir que no todas las dificultades que existen a lo largo de un tratamiento son atribuibles a resistencias del paciente. Sostenía que también el analista podía entorpecer su curso debido a sus propios conflictos personales, que podían hacer que llegara a actuar sádica o libidinosamente con su paciente, a sus contra-resistencias, etc. Quizás venga al caso recordar que Ferenczi fue el primer psicoanalista que se sometió a un tratamiento psicoanalítico, y nada menos que con el propio Freud.

    La sinceridad respecto de la labor terapéutica no fue sólo un postulado teórico. En la presentación de sus casos clínicos solía incluir una minuciosa descripción de sus intervenciones, aún cuando éstas no hubiesen sido afortunadas, e inclusive hubieran provocado un fracaso terapéutico. En este contexto, sostenía que el análisis del analista es fundamental, pero no desde un punto de vista meramente didáctico, sino como una forma de abordar sus conflictos de modo tal que interfieran lo menos posible en su labor profesional. El análisis del analista era, para Ferenczi, la segunda regla fundamental del psicoanálisis.

     

    Ya he dicho repetidamente, en ocasiones anteriores, que, en principio, no puedo admitir diferencia alguna entre un análisis terapéutico y un análisis didáctico, a lo cual deseo todavía añadir lo siguiente: así como con fines terapéuticos no se precisa llegar siempre a la profundidad de que hablamos al referirnos a un análisis completamente terminado, el analista, del cual depende la suerte de tantas otras personas, debe conocer y controlar hasta las más mínimas debilidades de su carácter, y esto es imposible sin un análisis plenamente acabado.

     

    Ferenczi consideraba que una formación que incluyera el análisis personal, ofrecía la ventaja adicional de que cada cual pudiera experimentar en sí mismo la bondad de las teorías enunciadas y la eficacia del método empleado. De esta forma, ponía el carácter supuestamente didáctico del análisis del analista en un segundo plano.

     

  • DESARROLLO DEL SENTIDO DE REALIDAD.

    En 1913 Ferenczi escribe lo que es considerado como el primer artículo psicoanalítico sobre el desarrollo del Yo. Estudia el sentimiento de omnipotencia como síntoma que se adhiere con intensidad en el caso, por ejemplo, de los neuróticos obsesivos y la omnipotencia propia de sus pensamientos, la superstición, y las equivalencias entre pensamiento y acción.

     

    La neurosis obsesiva es un retorno de la vida psíquica a una etapa infantil del desarrollo, caracterizada entre otras cosas por el hecho de que la actividad de inhibición, de actualización y elaboración del pensamiento, aún no se ha interpuesto entre el deseo y la acción, y que el deseo es seguido espontánea e infaliblemente por el gesto apropiado para realizarlo: un movimiento para evitar la fuente de desagrado o para acercarse a la fuente del placer.

     

    Para Ferenczi, el sentido de realidad se desarrolla siguiendo una serie de etapas sucesivas:

     

    PERIODO DE OMNIPOTENCIA INCONDICIONAL:

    El primer estadio guarda relación con el estado intrauterino, el mundo exterior no existe, y todas las necesidades de protección, calor y alimento están aseguradas por la madre, lo que debe producir en el bebe aun no-nacido la impresión de ser realmente omnipotente:

    ¿Que es la omnipotencia? La impresión de tener todo lo que se desea y no querer nada másEsto es lo que el feto puede pretender... La megalomania del niño no es pues pura ilusión. El niño y el obseso no piden nada imposible a la realidad, manteniendo tenazmente que sus deseos deben cumplirse con exactitud; no hacen mas que exigir el retorno del estado precendente. El retorno de los buenos tiempos en que eran omnipotentes.

     

    PERIODO DE OMNIPOTENCIA MAGICO-ALUCINATORIA:

    Al comenzar sus contactos con el mundo exterior y en la medida en que va experimentando nuevas necesidades que son satisfechas por otro: el niño llega a sentirse dueño de una fuerza magica capaz de realizar efectivamente todos sus deseos mediante la sola presentación de su satisfacción.

     

    PERIODO DE LA OMNIPOTENCIA POR GESTOS MAGICOS:

    Al proseguir su desarrollo los deseos del niño van tornandose cada vez mas especificos y sofisticdos, lo que requiere tsambien señales mas especigficas. El niño accede a un lenguaje gestual que le prmite hacerse entender y mantener, mediante la acción delpartenaire, la ilusión de uan omnipotencia aun vigente.

     

    PERIODO DE PENSAMIENTOS Y PALABRAS MAGICAS:

    La siguiente etpa correponde a un desarrollo que implica serio riesgods para el serntimiento de omnipotencia infantil, pues el progresivo aumnto de las necesidades del niño pondrá en evidencia laprecariedad de susu recursos: LA mano tendida retorna a menudo vacía... SI hasta entonces el ser "omnipotente" podía sentirse uno con el universo que le obedecia y respetaba sus signos, poco a poco va a producirse una disconrdancia dolorosa aen el seno de experiencia. A este momento de ruptur le sucede la adquisición por parte del niño de un nuevo medio fisico por el cula representar sus deseos: el lengaje. EL simbolismo verbal hace posible el pensamineto consciente en la medida ean que al asociarse a los procesos mentales,les confiere cualidades perceptibles. Por medio del lenguaje, "el niño crree realmente mantener sus poderes magicos".

    En otros escritos, Ferenczi llamó a los estadios de omnipotencia y realidad, como estadio de introyección y estadio de proyección respectivamente. Ferenczi considera a la neurosis obsesiva, junto a la superstición y la magia, como una regresión a este estadio evolutivo de omnipotencia infantil. Cabe recordar, dicho sea de paso, que Ferenczi fue el primer analista de Melanie Klein, quien se apoyó en sus ideas acerca del simbolismo y la identificación como una anticipación del mismo, surgida de las tentativas del niño por reencontrar en todos los objetos sus propios órganos y funciones. Alentó a Klein y a otras colegas (Ada Schott y Anna Freud) a dedicarse al análisis de niños, pues estaba convencido de poder saber más de la neurosis del adulto a partir del análisis del psiquismo infantil, tal como lo afirmara en 1913 en la publicación de su artículo Un pequeño hombre-gallo.

     

  • EL SUPERYO PREGENITAL

    Anticipándose varios años a los desarrollos que haría una de sus analizadas, Melanie Klein, acerca de la existencia de un Superyo previo al complejo de Edipo, Ferenczi presentó en 1925 un trabajo en el cual llama la atención sobre la existencia de ciertos hechos que podrían ser considerados precursores de dicha instancia del aparato psíquico.

    A partir de experiencias de reeducación esfinteriana realizadas por medio de la técnica activa con algunos de sus pacientes, observó que sus hábitos parecían estar relacionados con la existencia de un intenso erotismo pregenital. Al hallar que los cambios producidos en dichos pacientes en el sentido de una mayor capacidad para disfrutar del erotismo pregenital iban acompañados por un incremento de la capacidad genital, sostuvo que el coraje de enfrentar el erotismo pregenital es un factor indispensable sin el cual no se puede alcanzar el erotismo genital en forma satisfactoria.

    Asimismo, de sus observaciones dedujo que la identificación del niño con sus padres tiene una etapa preliminar a la edípica, en la cual el pequeño intenta competir con ellos por medio de hazañas anales y uretrales en las que los excrementos son identificados como niños y los órganos sexuales juegan el rol aún sexualmente indiferenciado de progenitor.

    La identificación anal y uretral con los padres, a la cual nos hemos referido, parece ser que forma en que la mente del niño una especie de precursor fisiológico del ideal del Yo o Superyo. No solamente en el sentido de que el niño constantemente compara sus logros en este terreno con las aptitudes de los padres, sino que se establece una severa moralidad esfinteriana, cuya infracción sólo puede ser llevada a cabo a expensas de amargos reproches de conciencia. No es de ninguna manera improbable que esta moral hasta aquí semifisiológica aún, forme la base esencial de una posterior moral puramente mental.

     

  • HOMOSEXUALIDAD Y HOMOEROTÍSMO.

    Para Ferenczi, la paranoia es una expresión transformada de la homosexualidad. El individuo no proyecta sobre cualquier objeto, sino exclusivamente sobre una elección de objeto homosexual. En su artículo de 1911, luego de analizar algunos casos de pacientes que se habían tratado con él, propone que:

     

    Las observaciones aquí expuestas me permiten ya formular la hipótesis de que en la paranoia se trata de la reaparición de la homosexualidad hasta entonces sublimada, en la que el Yo se defiende por el mecanismo mecánico de la proyección.

     

    Aunque el término homoerotismo no fue creado por él, Ferenczi lo considera más apropiado que el de homosexualidad, en tanto destaca el aspecto psíquico del impulso más que el biológico. Fue el primer psicoanalista en distinguir dos tipos diferentes de elecciones homoeróticas:

     

    HOMOERÓTICO

     

    PASIVO

    Representa una inversión de los caracteres psíquicos. Se siente femenino en su relación con otros hombres, y en todos los momentos de su existencia.

    ACTIVO

    Lo único que se halla invertido es su objeto de amor.

     

    El homoerótico pasivo, dice Ferenczi, se siente a gusto en su papel y no consulta acerca de su conflicto sexual, pues para él tal conflicto no existe.

    El activo, en cambio, esta incesantemente atormentado por la conciencia de su anomalía. Nunca está completamente satisfecho de sus relaciones sexuales, se halla perseguido por remordimientos de conciencia y sobrestima fuertemente a su objeto sexual.

    Considera que el homoerótico pasivo y el activo se diferencian por el tipo de elección que hacen y por la psicopatología a la que dicha elección remite:

     

    PASIVO

    HOMOEROTISMO DE SUJETO

    Anomalía del Desarrollo

    ACTIVO

    HOMOEROTISMO DE OBJETO

    Neurosis Obsesivas

     

    En cuanto a la técnica psicoanalítica en estos trastornos, Ferenczi también tuvo algo que decir. En el caso de los homoeróticos pasivos, el psicoanalista limita su capacidad terapéutica a la supresión de los síntomas derivados del cuadro, como podría ser el incremento de la angustia.

    El caso de los activos es distinto, puesto que revela a sujetos con mecanismos y rituales obsesivos típicos, con un gran monto de ambivalencia. Esta especie de homosexualidad no es en sí misma más que una sucesión de sentimientos obsesivos y actos compulsivos.

    Esto significaría, entonces, un cambio correlativo a nivel de la técnica:

     

    Si desde el principio la transferencia es positiva, pueden producirse rápidamente curaciones inesperadas; pero a la más mínima dificultad el paciente vuelve a caer en su homoerotismo y sólo entonces, en el momento en el que sobreviene la resistencia, puede comenzar el análisis propiamente dicho.

     

    Señala que la curación de este tipo de casos está en relación a la gravedad o intensidad del mismo. En cambio, se pueden notar mejorías muy importantes en los aspectos compulsivos y también en el despertar de la potencia sexual con las mujeres.

     

  • PATOLOGÍAS DEL VÍNCULO TEMPRANO.

    Desde el interés cada vez mayor que le asignara a las vivencias traumáticas como factor desencadenante del trastorno mental, Ferenczi abordó este tema en varios trabajos correspondientes al último período de su obra.

    Como habíamos anticipado al mencionar los desarrollos de la técnica activa, la experiencia clínica llevó a Ferenczi a reconsiderar la teoría traumática de los trastornos mentales. Al respecto, sus conceptualizaciones pueden ser consideradas anticipatorias de lo que serían, muchos años más tarde, los descubrimientos de Spitz en torno al hospitalismo y los desarrollos de Winnicott acerca de las disfunciones en la díada madre-hijo.

    Ferenczi estaba convencido de que una primera fase, en general feliz, del niño, podía ser interrumpida abruptamente por acontecimientos traumáticos, en cuyo caso se producía un grave desequilibrio entre los impulsos libidinales y los agresivos. Sostuvo que la fuerza vital del niño al momento del nacimiento es escasa, y que sólo se incrementa mediante un tratamiento y una educación llevados con tacto. Ferenczi fue elocuente al sugerir las consecuencias que, para el infante, se pueden derivar de la falta de dichas cualidades en sus primeros vínculos.

     

    He querido indicar la probabilidad de que los niños acogidos con frialdad y sin cariño mueran fácilmente por propia voluntad.

     

    Estas consideraciones teóricas tenían para él un claro correlato técnico. No olvidemos que en esta época estaba abocado al empleo de la técnica de relajación, método al cual nos referimos anteriormente, y que había desarrollado para el abordaje de pacientes con deficiencias de importancia en su maduración emocional. Es así como Ferenczi opinó que en estos casos es necesaria una elasticidad en la técnica que permita la instauración de un vínculo terapéutico suficientemente sólido. Sus elaboraciones parecen coincidir significativamente con los desarrollos que otros autores psicoanalíticos, años después, propondrían a propósito, por ejemplo, de los trastornos narcisistas de la personalidad.

     

    El paciente sin conocimiento es como un niño que ya no es sensible al razonamiento, sino más a la benevolencia materna. Si falta esta benevolencia se halla sólo y abandonado... en la misma situación insoportable que, en determinado momento, le condujo a la ruptura psíquica, y luego a la enfermedad.

     

    Del mismo modo, hizo referencia por primera vez a la importancia que tiene para el desarrollo infantil el contacto corporal temprano entre madre e hijo. Para Ferenczi, los peligros de esta fase radicaban en una madre para la cual su hijo no alcanzara una existencia por sí mismo sino en cuanto sustituto materno, o bien en el caso de que se tratara de una madre hiperestimulante.

    Hasta aquí, hemos estado refiriéndonos al pensamiento de Ferenczi acerca de las vicisitudes de la más temprana infancia: el niño no deseado o mal acogido por su ambiente, ó demasiado bien recibido y luego rechazado; esto dará lugar a que se presente una neurosis de frustración como un cuadro que se halla a mitad de camino entre lo endógeno y lo exógeno, y que produce un aumento considerable de la pulsión de muerte en el niño, convirtiéndose éste en un depositario del sadismo inconsciente de sus padres.

    A una época posterior en la evolución del niño corresponden los traumatismos a los que podría haber sido expuesto, y que Ferenczi trató en el último artículo que publicara en 1933, año de su muerte. En él, se refiere al doble lenguaje en el que puede ser aprisionada la infancia: lenguaje de la ternura y lenguaje de la pasión.

    Consideraba que las seducciones incestuosas por parte de los adultos son más frecuentes de lo que se cree, y se producen cuando los adultos confunden el juego de los niños con los deseos de las personas sexualmente maduras. La indefensión del niño frente a esta situación la convertía en patógena.

     

    ...la personalidad aún débilmente desarrollada reacciona al desagrado brusco no mediante la defensa sino con una identificación ansiosa y con la introyección de lo que la amenaza o la agrede.

     

    De esta manera, Ferenczi desarrolló los conceptos de identificación con el agresor e introyección del sentimiento de culpabilidad del adulto como nociones que permiten comprender la escisión en el psiquismo infantil a partir del hecho traumático.

    El niño, dividido ya, inocente y culpable a la vez, ha perdido confianza en el testimonio de sus sentidos. Una vez seducido, se identifica con el agresor y trata de gratificar sus deseos, aún a costa de renunciar a su propio sentido de la realidad; luego, se desarrolla en él un estado similar al del sueño, en el que el niño duda que la seducción haya realmente ocurrido.

    Sin embargo, Ferenczi hizo hincapié en algo más, que, en su opinión, le confiere al trauma su verdadero sentido patógeno:

     

    La desaprobación por la madre de lo que ha podido pasar hace al traumatismo patógeno.

     

  • CONFUSIÓN DE LENGUAS.

    Ferenczi realiza una revisión de la originaría teoría del trauma, para reintroducirla como hipótesis etiológica de las neurosis, revisión que surge a partir de la experiencia directa de trabajo con sus pacientes, específicamente aquellos que no lograban mejoría en el proceso de tratamiento. Inicialmente consideró esta falta de mejoría como expresión de una inusual y fuerte resistencia. Observó que estos pacientes tenían una marcada tendencia a adaptarse sumisa y automáticamente a la personalidad del analista, dejando fuera del campo de la conciencia los sentimientos de rabia y odio que pudieran experimentar hacia el terapeuta, los cuales solo irrumpían ocasionalmente en medio de crisis histéricas, para luego volver a desaparecer y hundirse en el inconsciente. Consideró que el paciente evitaba la expresión de la transferencia hostil (negativa) básicamente por dos motivos, el temor inconsciente al analista como figura castigadora y el temor a perder su cariño y ser abandonado por este; y descubrió que a la base de este fenómeno transferencial se encontraba un complejo mecanismo de defensa al cual denominó “identificación con el agresor”, sugiriendo que éste se encontraba presente en todos aquellos pacientes que habían sido victimas de situaciones de abuso sexual en su infancia por parte de adultos.

    Ferenczi se dio cuenta que este tipo de pacientes respondían mal a la regla de neutralidad técnica y abstinencia por parte del analista; es más, consideró que estas reglas técnicas encubrían una actitud de frialdad emocional e incluso de rechazo hacia el paciente por parte del analista, conducta que quedaba encubierta mediante una “falsa cortesía y preocupación por el paciente”, a la cual denominó “hipocresía profesional”. A continuación postuló que esta actitud sería percibida inconscientemente por el paciente pero al mismo tiempo negada, ya que éste se encontraría identificado con las necesidades del analista, quien representa al objeto abusador en la transferencia. Para él, el analista efectivamente mediante esta “hipocresía profesional” se termina comportando de la misma manera que el objeto abusador originario, duplicando un comportamiento parental negligente, lo que implicaría la exposición del paciente a una nueva situación de traumatización.

    Como solución a este escenario impasse terapéutico, el autor propone una actitud de autocrítica y revisión continua de los procedimiento técnicos para así poder detectar y reconocer ante el paciente el punto donde se ha generado el error por parte del terapeuta, lo que marcaría la diferencia respecto de la experiencia traumatógena originaria infantil, en la cual el adulto negó la realidad de la vivencia traumática (su rol como victimario) e hizo “como si nada hubiese pasado” (la desmentida). Este reconocimiento del error cometido generaría un aumento de la confianza en el analista, ya que lo que se espera de él no es que no falle sino más bien que reconozca humanamente su falla ante si mismo y ante el paciente, lugar en el se encontraría más profundamente el acto reparador. Como medida técnica adicional considera la importancia de desarrollar una actitud más empática hacia el paciente, actitud a la cual denomina “benevolencia materna”, y propone un trabajo analítico con estos pacientes orientado a que ellos abandonen la “identificación con el agresor”, para lo cual propone generar las condiciones que permitan la suficiente libertad interna al paciente como para expresar en la transferencia (en la persona del analista) toda la rabia y el odio que originariamente se experimentó (y se desmintió) hacia el objeto abusador traumatizante, para poder reconducir el afecto mediante el trabajo analítico hacia su fuente originaria, es decir la situación traumática.

    Respeto de su revisión de la teoría del trauma Ferenczi plantea que la pulsiones eróticas del niño buscan un acercamiento sensual, de carácter vincular y lúdico hacia el adulto gobernado por la emocionalidad del afecto de la ternura (el lenguaje de la ternura), el cual se encontraría con un adulto bajo el imperio de un mundo sobre-sexualizado, manifestación de deseos eróticos sobredeterminados y adultizados que lo llevan a responder con una conducta de acercamiento sexual movilizado por el afecto de la pasión (el lenguaje de la pasión). El error de interpretación por parte del adulto consistiría en atribuir al niño la presencia de deseos eróticos equivalente a los del adulto, lo cual resulta evolutivamente imposible debido a su nivel de madurez psicosexual. Es así como el concepto de “confusión de lenguas” alude a como el adulto confunde la lógica de pensamiento del niño, el lenguaje de la ternura, con la lógica de pensamiento del adulto, el lenguaje de la pasión, atribuyendo al niño la vida erótica que solo un adulto está en condiciones de poder implementar. La agresión sexual generaría en el niño como efecto la paralización del funcionamiento mental debido al temor que provocaría el agresor, motivo por el cual termina por someterse automáticamente a la voluntad del abusador e identificarse con este, fenómeno al cual denominó “identificación con el agresor”. Este fenómeno se traduce en el proceso de introyección del agresor, por lo que el objeto externo se convierte en un objeto interno, para que una vez que se encuentra dentro de la mente pase a ser “transformado alucinatoriamente”, mediante un proceso parecido al sueño al cual denominó “trance traumático” y que se basa en la acción del proceso primario y del principio del placer.

    El resultado de este proceso es que la agresión deja de existir como realidad externa y mediante el “trance traumático” el niño logra mantener el estado de “tranquilidad pretraumática” mediante una modificación aloplástica que niega el dato sensorial (el dolor) real de lo que le ocurre al propio cuerpo. Tanto la “identificación con el agresor” como su introyección cumplen con la función de neutralizar la angustia que genera el agresor, por lo tanto representa un mecanismo de defensa autoplástico, ya que el niño por su condición de tal no tiene la capacidad para defenderse aloplásticamente frente a la agresión de un ser de mayor tamaño y fuerza. Una consecuencia del trauma sería que el niño desarrollaría una obediencia ciega y automática a las demandas del adulto. Por otra parte el niño quedaría fijado al momento evolutivo previo a la situación traumática, regresionando a un estado de tranquilidad pretraumática. Otro resultado posible es lo que hoy llamaríamos “desarrollo precoz del yo” o “progresión traumática” (Ferenczi), en oposición a regresión, que consistiría en un estado de pseudomadurez en que el funcionamiento del niño se asemeja al del adulto, en el cual el niño reemplaza las actividades, intereses y capacidades (emocionales e intelectuales) que se esperan de acuerdo a su edad cronológica y los reemplaza por otros correspondientes a los de un adulto. Ferenczi plantea que si los eventos traumáticos se repiten continuamente se genera un proceso de “fragmentación de la personalidad”, proceso que denomina “atomización de la personalidad” y en el cual cada uno de estos fragmentos se comporta como una personalidad distinta.

    Finalmente considera la existencia de tres situaciones abusivas características con propiedades traumáticas: el abuso sexual propiamente tal, el castigo y el “terrorismo del sufrimiento”, consistiendo este último en la temprana observancia de conflictos familiares severos por parte del niño, siendo este último como una especie de confidente de la perturbada vida emocional de los padres.

     

 

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